fbpx

LA NEUROCIENCIA Y LOS HÁBITOS

Estoy seguro que has recibido algún tipo de información relacionada con los hábitos. No falta los documentos, mensajes o consejos que invitan a desarrollar hábitos que conducen a la efectividad y excelencia. S. Covey en 1989, presentó su libro titulado «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva» y él consideraba que “los hábitos son factores poderosos en nuestras vidas. Dado que se trata de pautas consistentes, a menudo inconscientes, de modo constante y cotidiano que expresan nuestro carácter y generan nuestra efectividad… o inefectividad” (Covey 1989)[1].

Es importante acotar que los hábitos no se producen por arte de magia, más bien la generación de un hábito requiere la repetición de una conducta, intencionalmente o no. Algunos afirman que se requieren 21 días para crear un hábito. Esta es una expresión repetida con mucha frecuencia y a veces considerada una verdad absoluta ¿Es real?, ¿Se trata de un mito?, ¿Sabes de dónde proviene ese dato?

Maxwell Maltz (1889 -1975), un reconocido cirujano plástico de la Universidad de Columbia en la década de 1950, empezó a darse cuenta de un patrón que seguían sus pacientes cuando les modificaba algún rasgo de la cara, por ejemplo la nariz, les llevaba 21 días acostumbrarse al nuevo aspecto. Observó también que el síndrome del miembro fantasma en los amputados seguía el mismo patrón de los 21 días.

“Estos y muchos otros fenómenos observados comúnmente tienden a mostrar que se requiere de un mínimo de 21 días para que una imagen mental establecida desaparezca y cuaje una nueva”, escribió Maltz en su libro Psycho-Cybernetics (Psico Cibernética: el secreto para mejorar y transformar su vida), un libro de autoconocimiento que habla del potencial humano, publicado por primera vez en 1960.

Por su parte Robin Sharman afirma, en su libro el club de las 5 de la mañana, que para lograr afianzar un comportamiento se requiere 3 repeticiones de 22 días, haciendo un total de 66 días.

El punto común entre todos los autores está en la repetición. Según Maltz, actuamos y sentimos no de acuerdo con la realidad, sino a la imagen que nos hemos formado de ella. Los hábitos, buenos o malos, se moldean del mismo modo. La imagen que las personas tienen de sí mismas y las conductas que han creado, guardan estrecha relación entre sí. Al cambiar la imagen, seguramente cambiarán los hábitos.

W. James, prominente psicólogo de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, mencionó que aprender nuevas habilidades puede tener un efecto en la estructura física del cerebro, modificándolo y estableciendo nuevas relaciones y circuitos neuronales, que a su vez alteran su funcionamiento. Desde esa época ya se hablaba del concepto de plasticidad cerebral o neuronal, que ahora es clave en el estudio de las Neurociencias. El cerebro es un órgano moldeable y cada destreza aprendida, lengua estudiada o experiencia vivida, reconfigura nuestro mapa cerebral.

Por tanto, los hábitos surgen en el cerebro y esta estructura orgánica “quiere” ser óptima y ahorrar esfuerzos, por lo cual, crea mecanismos para convertirlos en hábitos y así no tener que pensar. Los hábitos se instalan sin darnos cuenta, aunque podemos crearlos de forma consciente e intencional. Crear hábitos que nos conduzcan a la efectividad no es un acto casual. Si bien una persona puede generarse un hábito sin tener conciencia de ello, como ocurre con la mayoría de los vicios o toxico dependencia, los hábitos para ser efectivos requieren poner de manifiesto tres importantes palabras: Intencionalidad, disciplina y persistencia, todo ello acompañado de una planificación. Por tanto, los hábitos se desarrollan por el modo en que organizamos nuestros pensamientos y rutinas de trabajo y de vida, los cuales pueden tener un profundo impacto en nuestra salud, productividad, economía y felicidad.

Algunos autores afirman que alrededor de un 45% de lo que hacemos a diario son hábitos. Así que, con esa cifra, es fácil entender que nuestros hábitos determinan en gran medida nuestra vida. Lo interesante de los hallazgos desde la neurociencia es que los hábitos se pueden cambiar, siempre y cuando comprendamos su funcionamiento.

Ann M. Graybiel profesora del Instituto de Tecnología de Massachusetts e investigadora del Instituto McGovern para el Estudio del Cerebro de esa universidad y Kyle S. Smith profesor de psicología y neurociencia en la Universidad de Danmouth han presentado sendas investigaciones relacionadas con los hábitos y afirman que son circuitos neuronales responsables de mantener las rutinas. Es así como se tratan de comportamientos automáticos, que permite dejar espacios cerebrales para otros propósitos. Podrás notar que se trata de un verdadero mecanismo de economía cerebral. Nos ahorra energía.

 Todo hábito es la expresión de una necesidad, básica o secundaria, en todo caso creada o formada de manera espontáneamente y responden a una necesidad o generación de beneficios. Por tanto, un hábito siempre representa una ganancia para las personas y éstas pueden ser intencionales o no en su generación. Los hábitos los generamos sin darnos cuenta o los creamos conscientemente. La generación inconsciente de los hábitos es en realidad es una condición de poca vigilancia de nuestras acciones que gradualmente se van anclando hasta generarse de forma automática. Si queremos crear hábitos de eficiencia, no se debe dejar al anclaje automático. No va a ocurrir, sobre todo porque los hábitos de efectividad requieren intención, persistencia y disciplina, éste último generalmente acompañado de sacrificios. A medida que se repite, un comportamiento que conduce a la eficiencia, se va almacenando en tu psique de forma inconsciente.

Una vez se afianza el patrón de conducta, haya sido iniciado de forma deliberada o no tienden a perdurar, aun y cuando se puede eliminar (poda cerebral), no es tan sencillo lograrlo. Eliminarlo también requiere conciencia y fuerza de voluntad. A pesar que el cerebro tiene una función denominada poda cerebral, deshacer el patrón de conducta no es tan fácil, debido a un fenómeno en el ser denominado recompensa contingente, como lo demostraron Shultz y Romo de la universidad de Friburgo en Suiza.

 Un hábito se crea porque se genera una exigencia en el ser, consciente o no y para su eliminación debe desentrañarse el circuito cerebral que generó el hábito. La buena noticia es que, si se trata de un hábito de eficiencia, éste perdurará y es muy probable que se generalice a otras acciones que ya se ejecutan, generalizando a su vez la eficiencia.

Rernard Balleine, de la Universidad de Sídney, y Simon Killcross, de la universidad de Nueva Gales del Sur en Australia, han demostrado que a medida que una acción deliberada, es decir intencional, se convierte en un hábito se modifican diferentes circuitos cerebrales. Experimentos diferentes apuntan a la existencia de múltiples circuitos que conectan entre sí la neocorteza y el estriado, en el centro de los ganglios basales

 Los trabajos de Ann M. Graybiel y Kyle S. Smith establecieron que, el estriado o cuerpo estriado, también conocido como núcleo estriado, una parte subcortical del telencéfalo y que forma parte de los núcleos basales, trabaja en coordinación con una parte de la neocorteza relacionada con los hábitos en la región frontal del cerebro conocida como corteza infralímbica. En la generación de hábitos el cuerpo estriado recibe información de la corteza cerebral. Los estudios de científicos mencionados determinaron que la actividad infralímbica se modificó después de que se entrenaran durante un largo período y es así cuando el hábito queda fijado. En ese momento, también se forma en esa región un patrón de actividad de recodificación. Con toda la información producto de la investigación de Graybiel y Smith se obtienen las siguientes conclusiones:

  1. No es de extrañar que los hábitos resulten tan difíciles de eliminar; acaban integrados y fijados como grupos estandarizados de actividad neural, un proceso en el que intervienen múltiples circuitos cerebrales.
  2. Sorprende que, aunque los hábitos parezcan casi automáticos, están en realidad bajo el continuo control de al menos una parte de la neocorteza, una zona que debe permanecer activa para que la rutina se lleve a cabo.
  3. Los hábitos estarían ahí, preparados para manifestarse cuando la neocorteza determine que las circunstancias son las adecuadas, es decir nunca se pierden. Es como andar en bicicleta, una vez aprendas, nunca lo olvidas. Por ello es fácil su recuperación aun y cuando hayas dejado de actuar. Aunque no seamos conscientes de estar supervisándolos, poseemos unos circuitos que realizan un seguimiento activo y constante.

Con todos los descubrimientos y avances se puede saber que detrás de los hábitos existe toda una compleja actividad cerebral, que más de algún autor le ha dado por llamar la ciencia de los hábitos. Es importante reconocer que nuestros hábitos están determinados por conductas y esas conductas tienen que ver con algo que las activa (una señal). Siempre habrá algo que lo provoca. Los hábitos se crean por el principio del mínimo esfuerzo. Y es que el cerebro es una estructura altamente eficaz y siempre está administrando la energía. Los hábitos son respuestas automáticas, en donde el cerebro trata de ahorrar energía y crear rutinas que provocan respuestas automáticas.

En el estudio de los hábitos, algunos autores han definido un hábito master llamado fuerza de voluntad (no creo que se le deba llamar hábito, solo respeto lo que los autores mencionan), el cual está relacionado con la capacidad de retrasar la gratificación o recompensa en favor de un mejor resultado o eventualmente alcanzar el tan ansiado éxito.

¿Los hábitos se producen en automáticos? o ¿podemos premeditar la presencia de un hábito? La respuesta en en ambos casos, lo importante es saber cómo se producen y como se procesan en el cerebro. Así se actúan de forma consciente premeditando la acción, es decir creando rutinas de forma intencional y visualizando las recompensas para mantener visualización constante del logro, lo cual se liberará siempre dopaminas, neurotransmisores reconocidos como neuronas del placer.

De acuerdo Charles Dugging autor del libro el poder de los hábitos, existen 3 bucles (repeticiones) de tres pasos para crear un hábito.

  • El primer paso, es la señal. Es el detonante, la activación lo que informa a nuestro cerebro. Algo sucede que hace que se active automáticamente el hábito.
  • El segundo paso, la rutina. La cosa en sí que vamos hacer, puede ser física (tomar agua), emocional (una sensación), mental (un pensamiento, meditación).
  • El tercer paso, es la recompensa: Ayuda a nuestro cerebro a decidir si vale la pena. Beneficio que nosotros obtenemos.

Un hábito se va generar por un deseo, ahí producimos una señal y si la recompensa vale la pena, entonces se genera el hábito. Se van instalando sin darnos cuenta. Los hábitos no son el destino, se pueden ignorar, cambiar, sustituir. Lo más importante es que cuando el hábito aparece, el cerebro deja de participar en la toma de decisiones, se vuelve automático.

Es posible concluir que los hábitos son determinantes para el éxito o fracaso de cualquier proceso, ya sea emprendido individualmente o de forma colectiva. En el mundo de los negocios generar hábitos de excelencia y convertirlo en procesos y procedimientos permite crear no solo los surcos neuronales que nos lleven a la eficiencia, sino también carreteras organizacionales que propician buenos resultados.

Entender cómo se forma un hábito es determinante, pero más importante es cultivar su desarrolla de forma intencional, con disciplina y persistencia. La neurociencia ha demostrado que tales patrones de comportamiento pueden ser moldeados bajo esas tres palabras.

Es importante acotar que, por el hecho de saber el funcionamiento cerebral, en este caso, en la formación de un hábito, de suyo serás más eficiente. No funciona asi. Sepas o no de neurología, el patrón de repetición de una conducta, conscientes o inconscientemente te llevará a la generación del hábito. La clave está en desarrollarlos de forma intencional

[1] Covey, S, (1989). Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. México. Editorial Paidos.

Próximo blog. Neuromagement en la eficiencia organizacional. 

Jaime Orlando García - El Incitador de tu ser

Jaime Orlando García - El Incitador de tu ser

Deja un comentario