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LA EFICACIA Y SU BASE NEUROLÓGICA. ¿Se debe decir Neuroeficacia?

La exploración del concepto de eficacia y el involucramiento de las estructuras neurológicas requiere inicialmente responder a dos preguntas: ¿Qué entendemos por eficacia?  y ¿Se puede aprender a ser eficaz?

P. Drucker en 1969 publica su libro «El ejecutivo eficaz»[i] y como conclusión afirma que “la eficacia puede… y debe ser aprendida. No surge por sí misma. Es algo que se adquiere con la práctica” (Drucker, 1969). Se refiere a la capacidad de alcanzar el efecto que espera o se desea tras la realización de una acción. Desde esta connotación se puede decir que los seres humanos estamos preparados para actuar, realizar o ejecutar con eficacia en tanto que tenemos necesidades, generamos sueños, expresamos deseos, desarrollamos aspiraciones, proponemos objetivos y metas y sobre todo actuamos en la búsqueda de satisfacción y/o concreción de objetivos.

De suyo se puede afirmar, desde que nacemos estamos preparados para actuar con eficacia, sin embargo, no todos nuestros comportamientos nos llevan a ser eficaces. Desde su misma definición, la eficacia está asociada a alcanzar un efecto o resultado esperado, es decir que para ser eficaz debe existir un anhelo, una intencionalidad de obtener o alcanzar lo anhelado, seguido de la acción para lograrlo y la concreción de lo propuesto (Revisar capítulo 1 de mi libro CULTIVA TU SER).

Para ser eficaz se requiere la intervención de cuatro palabras: anhelo –propósito –intención – logro, que a su vez requieren la participación de todas las estructuras cerebrales, desde el tallo cerebral y cerebelo, responsable de las conductas automáticas, pasando por las regiones límbicas, responsables de la segregación de neurotransmisores y de la generación de las emociones, los ganglios basales responsables del almacenamiento de los hábitos, hasta llegar a las zonas corticales responsables de los pensamientos y de la intencionalidad, con la participación de la zona frontal y prelímbica, estructuras que también intervienen en la formación de los hábitos.

Podemos notar que actuar con eficacia requiere la participación de diversas estructuras cerebrales, dejando claro que no es posible pensar que, para las funciones superiores, la participación del cerebro es solo en partes localizadas, más bien como lo anotó A. Luria se trata del cerebro en acción.

En 1989 Stephen R Covey presenta su excelente trabajo acerca de los hábitos de la efectividad, establece que la efectividad, es definida, dejando entrever que se tratan de un acto intencionado. Es así como al binomio de eficiencia y eficacia se debe agregar un término que engloba ambas y se trata de la efectividad.

La efectividad es inherente a las personas y se demuestra en la acción. Cuando observamos que estás logrando aquello que te propusiste y se obtuvo un excelente resultado en tiempo establecido y con bajos recursos, es cuando afirmamos que eres efectivo, es decir fuiste eficaz y eficiente. Seremos efectivos si somos capaces de alcanzar los objetivos marcados (eficacia) de la mejor manera posible (eficiencia).

Las posibilidades de lograr lo que se propone con efectividad requiere contemplar el tiempo en que se logra, la organización y uso adecuado de los recursos, pero sobre todo la integración de las personas con quienes actúas para lograr lo esperado. Todo indica que para ser efectivo (eficaz y eficiente) se debe ser intencional y poner al servicio de la búsqueda del logro todas las capacidades posibles en las personas. Drucker (1969) establecía que las personas son efectivas en tanto que son capaces de contribuir con algo. Es claro que hacía referencia en dar resultados y está en sintonía con el concepto de inteligencia de H. Gardner (ver el libro Estructuras de la mente)

Por tanto, se eficaz, eficiente y efectivo es un acto deliberativo, intencional y por tanto aprendido, que requiere disciplina y persistencia. Cada persona tiene la capacidad y posibilidad de decidir de qué modo puede efectuar sus actos, ejecutar sus proyectos y alcanzar los resultados deseados. Ser eficiente es un acto de libertad humana.

Cada uno de nosotros tiene la capacidad de ejercer actos creativos, de usar su imaginación para organizar sus actos de manera eficaz. Podemos anticiparnos a nuestra propia realidad e imaginar nuevos escenarios que nos permiten generar un panorama diferente. Somos capaces de crear mentalmente las condiciones que nos lleven a ser eficiente. (ver video en mi canal de youtube acerca de la imaginación guiada: De la incertidumbre a la esperanza).

CORRELATO NEURONAL DE LA EFICACIA

 En muchos trabajos se ha expuesto la participación de diversas regiones cerebrales, con fuerte énfasis en los llamado cerebro límbico y cerebro reptilíneo. También se ha mencionado que la acción del cerebro no es aislada, como dice A. Luria y J, Dispensa: para comprender el funcionamiento cerebral se debe entender al cerebro en acción.

Ahora se sabe que las diferentes regiones del cerebro tienen células (neuronas) especializadas en determinadas funciones, como el hemisferio izquierdo en la zona de Broca y de Wernicke para el lenguaje. El desarrollo del comportamiento humano y más aún, la expresión de las llamadas funciones superiores como el pensamiento, el lenguaje, la memoria, la comprensión y otras propias de la acción eficaz, es producto de la función integral del cerebro, del cerebro en acción; bajo la conducción de su gran director de orquesta: los lóbulos frontales.

La corteza prefrontal está conectada con el núcleo talámico dorsomedial, la máxima estación de integración neural dentro del tálamo; con el hipocampo y estructuras relacionadas, que se saben críticas para la memoria; y con la corteza cingulada, que se presume crítica para la emoción y para tratar con la incertidumbre. (Goldberg, Elkhonon, 2015)[ii]. Tal condición planteada por Goldberg permite intuir que la eficacia que toda persona realiza depende de una compleja conectividad cerebral y no de activaciones aisladas de diversas partes del cerebro, todas orquestadas por el gran líder cerebral, los lóbulos frontales. Como sigue afirmando Goldberg: «de todas las estructuras del cerebro, sólo la corteza prefrontal está inmersa en un patrón tan ricamente conectado de caminos neurales».

Actuar con eficacia requiere de una serie de habilidades de carácter cognitivas, permitiendo a las personas conocer, pensar, almacenar información, organizar y transformar hasta generar nuevos productos, realizar operaciones tales como establecer relaciones, formular generalizaciones, tomar determinaciones, resolver problemas y lograr aprendizajes perdurables y significativos.

Ser eficiente implica poner de manifiesto atributos del talento como el análisis, la discriminación, organización, planificación, síntesis, tomar decisiones y más. Es el lóbulo frontal el que nos permite ocuparnos de procesos mentales complejos. Tal región del cerebro es la parte más recientemente desarrollada y especialmente humana del cerebro y es de las últimas partes del cerebro que han visto reconocida su importancia.

La importancia de los lóbulos frontales es crucial para comprender y cultivar cualquier comportamiento de orden superior como identificar el objetivo, proyectar la meta y establecer planes para alcanzarla, organizar los medios para llevar a cabo tales planes, controlar y juzgar las consecuencias para ver que todo se consiga tal como se pretendía. (Goldberg, Elkhonon, 2015). Entre muchas de sus funciones los lóbulos frontales juegan un papel que libera al organismo de repertorios y reacciones fijas, permite la representación mental de alternativas, imaginación y sobre todo la libertad de elegir. En resumen, los lóbulos frontales son vitales para comprender y promover el comportamiento eficaz.

La efectividad es producto de los hábitos y se requieren tres palabras para su generación: intención, disciplina y persistencia, pues bien, la intencionalidad reside en el lóbulo frontal, debemos comprenderlo como un orquestador y no como una condición neurológicamente localizada en una estructura anatómica en el cerebro. Para poder actuar con intención requiere de información que proviene de la periferia y del mundo exterior, por tanto, para que el director haga sonar la orquesta hará que funcione todo el cerebro.

Ser eficiente, es decir obtener los resultados de la mejor forma y con una adecuada administración de los recursos, obteniendo más con menos, está ligado a las funciones ejecutivas o como Lev Vygotsky les llamo las funciones superiores, indicando que se tratan de procesos mentales y sistemas psicológicos humanos que se desarrollan a partir de otros más básicos. Están mediados por símbolos y emergen a partir de la interacción social y como consecuencia natural del desarrollo cerebral ligadas a la intencionalidad, el propósito y la toma de decisiones complejas. Por ello A. Luria les llamaba a los lóbulos frontales, los órganos de la civilización.

Afirma Goldberg que los lóbulos frontales como director de orquesta están involucrados en la capacidad para conseguir nuestros objetivos y ello depende de la capacidad para juzgar críticamente nuestras propias acciones y las acciones de quienes nos rodean. Al final de cuentas el acto inteligente, que nos lleva a ser eficientes es responsabilidad en primacía de los lóbulos frontales quienes hacen trabajar a las demás estructuras del cerebro, órganos periféricos y receptores del cuerpo humano.

El lóbulo frontal como director de orquesta nos permite a través de las funciones superiores organizar nuestros deseos, establecer prioridades y tomar decisiones sobre los tiempos que podremos disfrutar nuestras gratificaciones. Cuando somos gobernados por el sistema límbico, las gratificaciones se dan casi de inmediato que se presentan los estímulos. Sin embargo, cuando intervienen de forma conscientes los lóbulos frontales, la decisión de qué y cuándo gratificar es un acto intencionado.

Cuando una persona se encuentra ante situaciones extremas y se ve en la necesidad de elegir entre diversas opciones que pueden ser gratificantes, es cuando el acto deliberado, es decir analizar, organizar, priorizar, identificar opciones, y decidir, determina la acción. Esta es una de la función de los lóbulos frontales y la orquesta cerebral, el neo córtex, consiste en una gran colección de intérpretes que generan las habilidades, competencias y conocimientos que comprende nuestro mundo mental, y con ellas se logra la eficacia.

Como consecuencia de lo anterior es tan importante el ejercicio cerebral o Brain Gym como algunos le llaman, no solo se trata de hacer ejercicios de sudoku, sopa de letras, resolver acertijos y otros. Debe profundizarse más y actuar en un patrón cerebral que desde la imaginación nos lleve en la navegación de la concreción de sueños. Se trata de soñar, de poner intención en la búsqueda del sueño, poner imaginación para encontrar alternativas.

De esta forma, a la que le he dado por nombre el ejercicio de la imaginación guiada, hace que el gran orquestador active todo el cerebro y conduzca a ser eficiente, potenciando tus hábitos. Recuerda que las musas no bajan cuando estas ocioso y contemplativo, mas bien el acto creativo y eficaz se da en la acción. Este es el mejor ejercicio cerebral: soñar y llevar tu sueños a la acción.

[i] Drucker, P. F. (2000). El ejcutivo eficaz. Buenos Aires: Editorial sudamericana.

[ii] Goldberg, Elkhonon (20159. El cerebro ejecutivo. Barcelona: Editorial Crítica.

Déjame tu comentario. Seguiremos trabajando en temas de lo que se llama Neurociencias.

Jaime Orlando García.Psicólogo. EL INCITADOR DE TU SER.

 

Jaime Orlando García - El Incitador de tu ser

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